Dado que el concepto de lo «digital» es tan amplio y está arraigado en tantos aspectos de nuestras vidas, es difícil mantenerse al tanto de lo que significa toda esta terminología, y más aún a la hora de explicar qué es la transformación digital. Las empresas emplean este término para crear y vender sus productos, los Gobiernos hablan de «políticas de transformación digital» y de sociedades «inteligentes» y nosotros lo vemos como una forma de hacer todo más rápido y de manera más inteligente, eficiente y rentable.
Dado que la transformación digital es diferente en cada sector y para cada persona, es difícil dar con una definición que se aplique a todos.
En términos generales, la transformación digital es la integración de las tecnologías digitales en todos los ámbitos de actividad, que cambia radicalmente la forma de realizar esas actividades y cómo nos aportan valor a nosotros y al conjunto de la sociedad. En ese sentido, la transformación digital abarca mucho más que la automatización: engloba estos cambios y el modo en que la tecnología está modificando las costumbres, el comportamiento y la vida de las personas. Trasciende todas las fronteras, ya sean políticas, económicas, sociales, tecnológicas, teológicas, psicológicas, jurídicas o medioambientales, entre otras.
Los motores de la transformación digital
1) Creatividad
Aunque pueda resultar sorprendente, un motor clave de la transformación digital es uno de los principales rasgos del ser humano: la creatividad. Es nuestra capacidad de generar o identificar ideas y alternativas para resolver problemas o satisfacer necesidades específicas, además de las posibilidades que ofrece la tecnología para resolver problemas o para cambiar o adquirir nuevas perspectivas. Esto da lugar a los nuevos usos y aplicaciones de la tecnología en todos los ámbitos de nuestra vida, lo que acaba transformando profundamente las diversas disciplinas.
Por lo tanto, cuando se habla de transformación digital, hay que observar el panorama completo. Se encuentra en la intersección de la tecnología y la creatividad, al aplicar la transformación digital a contextos nuevos o diferentes de los habituales, junto con la aceptación y la amplia adopción de estas tecnologías debido a su alto valor añadido, lo que en última instancia provoca cambios en nuestra manera de actuar o comportamientos totalmente nuevos.
2) Diversidad
Siguiendo esta línea, llegamos a otro factor que permite la transformación digital: la diversidad. Por un lado, hablamos de la diversidad de métodos y herramientas que se usan con el apoyo de las tecnologías digitales, y por otro, de la diversidad de quienes diseñan estas herramientas, así como de aquellos para quienes se diseñan. Se basa en el hecho de que la transformación digital es, por encima de todo, un cambio cultural.
Básicamente, la tecnología está muy centrada en las personas, de modo que está diseñada para servir a las personas, con sus diferentes necesidades y preferencias. Por lo tanto, progresa cuando en dicha transformación incide la mayor variedad posible de perspectivas. Y, si vamos un poco más allá, el concepto de inclusión se basa en la diversidad, en todas sus modalidades —edad, raza, etnia, género, sexualidad, religión, contexto socioeconómico y personalidad—, y se esfuerza por incluirla en todas las fases de creación de la tecnología. Las personas confían más en las organizaciones que pueden demostrar que las entienden, que se anticipan a sus necesidades y que innovan de una forma perfectamente adaptada a ellas.
3) Alfabetización digital
Además, la transformación digital no sería posible si las personas no pudieran utilizar las tecnologías de la información y la comunicación necesarias para entender las culturas digitales y prosperar en ellas. Esto se suele denominar alfabetización digital.
La alfabetización digital es crucial porque nos ayuda a entender un mundo tecnológico que cambia rápidamente y que nos da acceso a una inmensa cantidad de información, pero que a menudo avanza según los intereses comerciales y, por muchos motivos, puede ser difícil de interpretar.
Como otros conceptos relacionados con el ámbito digital, la alfabetización digital es bastante amplia y evoluciona tan rápido como las propias tecnologías digitales. Podemos decir que la alfabetización digital no abarca solamente los conocimientos tecnológicos, sino que incluye una serie de prácticas éticas, sociales y reflexivas que forman parte del trabajo, el aprendizaje, el ocio y la vida cotidiana.
La brecha digital
Sin embargo, no todo el mundo puede beneficiarse plenamente de las ventajas que ofrece la sociedad digital, ya que algunas personas no tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) más modernas. Este fenómeno se denomina «brecha digital» y, aunque inicialmente este término se refería solo a la cuestión del acceso a Internet —quién puede conectarse a la red y quién no—, su significado se ha ampliado para incluir la brecha de uso (la falta de competencias digitales que dificultan el manejo de la tecnología) y la brecha de calidad de uso (los conocimientos necesarios para hacer un buen uso y sacar el máximo provecho de las tecnologías digitales).
Es importante ser consciente de los retos que plantea la brecha digital, porque priva a algunos ciudadanos de recursos esenciales para su desarrollo, con efectos negativos para el conjunto de la sociedad, como el aumento del desempleo, las desigualdades sociales y el mayor riesgo de marginación, por citar algunos.
El proceso de transformación digital es continuo y sigue repercutiendo en los diferentes sectores, uno tras otro. En la siguiente sección, examinaremos los sectores más afectados y lo que esto implica de cara al futuro.