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I.
El futuro del trabajo

Tras haber completado los cuatro primeros capítulos de este curso, esperamos que conozcas mejor y más a fondo algunos aspectos clave de las tecnologías emergentes. Como hemos visto a lo largo del curso, las tecnologías emergentes se caracterizan, por su propia definición, por una innovación radical, un crecimiento relativamente rápido, un impacto notable, incertidumbre y ambigüedad. En nuestro acercamiento a diversas áreas como la robótica y la RA/RV, hemos analizado cómo estas tecnologías emergentes crearán oportunidades laborales y redefinirán diversas industrias. Pero ¿qué implica esto para el futuro del trabajo en general?

El futuro del trabajo

En los últimos años, se ha prestado mucha atención al impacto y el efecto de las tecnologías emergentes en el empleo. Este fenómeno se ha denominado changing world of work (mundo laboral en transformación), sobre todo en los grandes medios de comunicación y las consultoras. Es habitual ver titulares como «Los robots nos quitarán el trabajo. Será mejor que hagamos planes ahora, antes de que sea demasiado tarde» (Elliott, edición internacional de ).

Si bien es cierto que los últimos avances de las tecnologías emergentes están afectando drásticamente a los lugares de trabajo, los mayores expertos del campo de la IA y la industria 4.0 han señalado que las tecnologías emergentes basadas en el aprendizaje automático, como la robótica y el IoT, van a reemplazar algunas de las tareas que realizan los trabajadores en la actualidad, pero no necesariamente sustituir profesiones enteras.

Cuando determinadas tareas se automaticen y se asignen a máquinas equipadas con tecnologías emergentes, las personas que trabajen podrán dedicar más tiempo a las labores que no se adaptan bien a las capacidades de un ordenador. Entonces, los trabajos del futuro se centrarán menos en las tareas repetitivas y manuales, y más en habilidades exclusivas de las personas, como la creatividad, la empatía, la capacidad de adaptación a situaciones nuevas y cambiantes y el pensamiento colaborativo.

Las competencias necesarias, en continua evolución

El Informe sobre el futuro del empleo del 2020 publicado por el Foro Económico Mundial presenta un futuro bastante crudo para los puestos de trabajo que podrían verse afectados de aquí al 2025. El informe expone las nuevas competencias que necesitarán las personas en los diversos sectores de nuestras economías y qué repercusiones tendrán las tecnologías emergentes en el empleo dentro de estos ámbitos. «Las competencias y los conjuntos de competencias que cobrarán mayor importancia de cara al 2025, de acuerdo con las empresas que contratan a empleados, incluyen el análisis y el pensamiento crítico, así como la resolución de problemas, y habilidades de autogestión como el aprendizaje activo, la resiliencia, la tolerancia al estrés y la flexibilidad».

Una persona con iconos de rasgos personales
Una persona con iconos de rasgos personales

Además, PwC Global, en su informe sobre la Mano de obra del futuro: las fuerzas que competirán y definirán el 2030, describe las fuerzas tecnológicas emergentes que determinarán el futuro del empleo y del lugar de trabajo, y señala que la capacidad de adaptación será la clave de la empleabilidad. Tal y como se afirma en el informe, «de nuestro análisis se desprende una lección muy clara: la adaptabilidad —en las empresas, las organizaciones, los individuos y la sociedad— es esencial para desenvolverse ante los cambios que están por llegar». Como se ha comentado en el primer capítulo, la actualización y la mejora de las habilidades forman parte de dicha adaptabilidad.

El lugar de trabajo del futuro

Esta evolución de la forma de interactuar con el mundo digital abre todo un abanico de nuevos métodos, estrategias y entornos en nuestra vida cotidiana y, especialmente, en el lugar de trabajo, desde el contexto individual hasta el trabajo colaborativo y en entornos físicos, virtuales y a distancia. En todos los ámbitos de nuestra vida personal y laboral, cambiará la forma de consultar y utilizar la información, a medida que la humanidad se traslade a los mundos virtuales para simular, modelar y proyectar en entornos a los que no se puede acceder en el mundo real.

En este contexto, nuestros lugares de trabajo emplearán cada vez más soluciones de computación ubicua para que el entorno laboral sea más eficiente y seguro, mientras que en nuestra vida cotidiana seguiremos utilizando tecnologías generalizadas, en las que influirán cada vez más los algoritmos y sistemas emergentes de computación ubicua.

Gracias a las tecnologías emergentes, las empresas inteligentes, que permiten a los trabajadores del conocimiento procesar y analizar inmensas cantidades de datos, colaborar y supervisar situaciones, están replanteando y redefiniendo el comercio y la forma de interactuar con estas tecnologías. Las herramientas de colaboración, como las aplicaciones de comunicación basadas en la nube, los programas de gestión de flujos de trabajo, los documentos compartidos y las pizarras virtuales, ayudan cada vez más a trabajar en equipo con rapidez y a la iteración del trabajo a distancia. Los avances en las tecnologías emergentes, como los asistentes de voz con funciones de IoT, las herramientas predictivas mejoradas por IA y el Internet móvil de alta velocidad, aumentarán la productividad humana hasta cotas inimaginables en el siglo pasado. Utilizando dichas herramientas emergentes, esas empresas están progresando de modo que no se limitan a alcanzar sus objetivos, sino que también benefician a los ciudadanos, las poblaciones y el conjunto de la sociedad.

Cuestiones como la privacidad, la ética y la seguridad son tres ámbitos que siempre han formado parte de nuestra sociedad, pero que en los últimos años han cobrado mayor protagonismo, como consecuencia de la evolución, la implantación y el despliegue de las tecnologías emergentes en todo el mundo. Cuanto más ubicuas se vuelvan estas tecnologías, más habrá que abordar estos problemas de forma proactiva y a escala social y empresarial. Lo veremos en la última sección.

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II. Privacidad y ética en la era digital