Conclusión

Esperamos que este curso te haya servido de base y haya despertado tu curiosidad por el mundo digital en el que vivimos, con todas las oportunidades y los retos que supone.

Como hemos visto a lo largo del curso, la revolución digital tiene muchas vertientes, y esto ha hecho que la tecnología se incorpore a casi todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana para mejorar o sustituir lo que había antes. Podemos verlo como un puzle, en el que cada pieza —las diversas revoluciones de la informática, el software, la conectividad y el almacenamiento de datos— se apoya en las demás y juntas transforman las herramientas y los métodos existentes. La innovación llama a la innovación y las nuevas tecnologías nos llevan a mejorar los procesos, que a su vez dan lugar a mejores productos y servicios.

Los primeros ordenadores que cambiaron el curso de la historia, los mainframes, fueron los precursores de los servidores y, cuando estos se conectaron a las redes, conformaron la infraestructura básica de Internet. Con el aumento de la conectividad, esa infraestructura fue esencial para alojar las aplicaciones. Dado que muchos procesos cruciales para las empresas —logística, fabricación, investigación, desarrollo, gestión, etc.— dependían de las aplicaciones, los avances tecnológicos convirtieron la infraestructura de servidores en los cimientos del alojamiento y la computación en la nube, que ofrecía una mayor flexibilidad y escalabilidad. Las mejoras en la infraestructura beneficiaron a las aplicaciones, que siguieron atendiendo a los nuevos tipos de demanda, tanto de empresas como de consumidores. Y, gracias a la conectividad de los dispositivos móviles, las aplicaciones son ahora imprescindibles para gestionar nuestras tareas cotidianas.

Nuestro mundo digital

Hoy en día, la mayor parte de nuestro mundo se ha digitalizado. En nuestros ordenadores y smartphones están todos los datos necesarios para que seamos productivos durante todo el día (entre muchos otros datos): correo electrónico, calendarios, previsiones meteorológicas, noticias sobre el mundo, servicios de comida a domicilio e información sobre medios de transporte.

Para la transformación digital de nuestra sociedad fueron necesarios muchos avances: que los ordenadores tuvieran suficiente potencia y pudieran transportarse, que el software fuera fácil de usar para todos o que pudiéramos conectarnos a las redes para compartir datos complejos y guardarlos fácil y rápidamente en gigantescos entornos de nube, cuya capacidad de computación y de intercambio de datos es muchísimo mayor que antes.

Dado que cada persona parte de un punto diferente y se trata de un proceso continuo, no hay un único marco de transformación digital ni una sola hoja de ruta que se pueda aplicar a todo el mundo. Sin embargo, las personas son un factor fundamental: esas transformaciones no vienen dictadas por la tecnología, sino que dependen de los objetivos que queremos alcanzar y de cómo nos organizamos para conseguirlos. Para crear valor por medio de la tecnología, hay que abordar al mismo tiempo diversas dinámicas interdependientes y esos factores dependen de cada cultura. Tenemos la responsabilidad de dar forma a esa cultura y, para ello, todos debemos participar activamente en la forma de crear y utilizar la tecnología.

La transformación digital es el progreso inevitable de la tecnología. Al igual que el agua y las máquinas de vapor sirvieron para mecanizar la fabricación y, más tarde, la energía eléctrica permitió la producción en masa, la tecnología digital ha automatizado procesos que sientan las bases para que otras nuevas tecnologías continúen transformando nuestro mundo.